La herencia no es una sentencia

La herencia no es una sentencia

9/20/2021

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¿Nuestro peso depende de la herencia?

Solemos pensar que estamos destinados a ser delgados u obesos según nuestra historia familiar y que si somos diabéticos es “por parte de mamá o papá”. La mayoría de personas con estas condiciones siente que hacer dieta no ayuda y que por más que se cuide, siempre tendrá sobrepeso o diabetes porque esa es su “contextura”, su herencia.

Seguro conoces más de una persona con diabetes, tal vez algún amigo o miembro de la familia, o incluso tú mismo. Al salir a la calle, lo normal es ver gente rellenita y con abdomen pronunciado, casi que las cinturas pequeñas y los cuerpos esbeltos se han convertido en una rareza. Pero no siempre fue así.

En países como Estados Unidos, por ejemplo, mientras que en 1890 solo el 3.4% de las personas tenía obesidad, de acuerdo con el reporte State of Obesity: Better Policies for a Healthier America, en 2020 esta cifra llegó al 42,4%. Se estima que en 2030 uno de cada dos estadounidenses tendrá obesidad y uno de cada cuatro tendrá más de 45 kilos de sobrepeso.

Con la diabetes ha ocurrido algo similar, pasamos de una enfermedad rara en el siglo XIX a convertirse en una de las enfermedades crónicas más prevalentes de la actualidad. Las estadísticas son contundentes ¿De dónde salieron tantos obesos y diabéticos? Mientras tanto, algunos pueblos como los Kitava, yanomami, xingu y bushmen no padecen obesidad, diabetes, hipertensión arterial ni otras enfermedades crónicas.

Cualquiera pensaría que se trata de una “resistencia genética”, pero, lo cierto es que cuando estas personas migran y abandonan sus dietas ancestrales, engordan y enferman igual que los demás. ¿Qué saben ellos que nosotros no?

La verdad

Es cierto que el funcionamiento de nuestro cuerpo depende de la información genética que heredamos de nuestros progenitores, pero esta información puede permanecer dormida en el ADN o expresarse. Tal como un archivo viral que recibes en tu correo y que solo hace daño cuando le das “ejecutar”, la expresión del ADN depende de los estímulos que le demos y el más poderoso de todos es la comida. A esto le llamamos “epigenética”.

Los alimentos generan intensas señales hormonales que pueden mantener activos los “genes buenos o los malos” y de esta forma hacer que una predisposición se traduzca en enfermedad.

No se trata de comer menos (eso ya lo has intentado) se trata de comer bien. El problema es que tú y millones de personas en todo el mundo han recibido consejos nutricionales equivocados, basados en mitos.

La verdad, la herencia no es una sentencia, eres lo que comes.

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La herencia no es una sentencia

¿Nuestro peso depende de la herencia?

Solemos pensar que estamos destinados a ser delgados u obesos según nuestra historia familiar y que si somos diabéticos es “por parte de mamá o papá”. La mayoría de personas con estas condiciones siente que hacer dieta no ayuda y que por más que se cuide, siempre tendrá sobrepeso o diabetes porque esa es su “contextura”, su herencia.

Seguro conoces más de una persona con diabetes, tal vez algún amigo o miembro de la familia, o incluso tú mismo. Al salir a la calle, lo normal es ver gente rellenita y con abdomen pronunciado, casi que las cinturas pequeñas y los cuerpos esbeltos se han convertido en una rareza. Pero no siempre fue así.

En países como Estados Unidos, por ejemplo, mientras que en 1890 solo el 3.4% de las personas tenía obesidad, de acuerdo con el reporte State of Obesity: Better Policies for a Healthier America, en 2020 esta cifra llegó al 42,4%. Se estima que en 2030 uno de cada dos estadounidenses tendrá obesidad y uno de cada cuatro tendrá más de 45 kilos de sobrepeso.

Con la diabetes ha ocurrido algo similar, pasamos de una enfermedad rara en el siglo XIX a convertirse en una de las enfermedades crónicas más prevalentes de la actualidad. Las estadísticas son contundentes ¿De dónde salieron tantos obesos y diabéticos? Mientras tanto, algunos pueblos como los Kitava, yanomami, xingu y bushmen no padecen obesidad, diabetes, hipertensión arterial ni otras enfermedades crónicas.

Cualquiera pensaría que se trata de una “resistencia genética”, pero, lo cierto es que cuando estas personas migran y abandonan sus dietas ancestrales, engordan y enferman igual que los demás. ¿Qué saben ellos que nosotros no?

La verdad

Es cierto que el funcionamiento de nuestro cuerpo depende de la información genética que heredamos de nuestros progenitores, pero esta información puede permanecer dormida en el ADN o expresarse. Tal como un archivo viral que recibes en tu correo y que solo hace daño cuando le das “ejecutar”, la expresión del ADN depende de los estímulos que le demos y el más poderoso de todos es la comida. A esto le llamamos “epigenética”.

Los alimentos generan intensas señales hormonales que pueden mantener activos los “genes buenos o los malos” y de esta forma hacer que una predisposición se traduzca en enfermedad.

No se trata de comer menos (eso ya lo has intentado) se trata de comer bien. El problema es que tú y millones de personas en todo el mundo han recibido consejos nutricionales equivocados, basados en mitos.

La verdad, la herencia no es una sentencia, eres lo que comes.

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