La falta de un sueño reparador es una razón bastante común para que las personas no logren su objetivo de bajar de peso.
Lejos de ser una pérdida de tiempo, el sueño desempeña importantísimas funciones para la salud. Desafortunadamente, los estudios sugieren que una de cada 3 personas en el mundo duerme menos del tiempo recomendado para su edad (8 a 9 horas para adolescentes y 7 a 8 horas para mayores de 18 años).
Las funciones corporales están determinadas por un reloj interno conocido como ritmo circadiano. Por lo menos la mitad de los genes se activan y desactivan dependiendo de nuestro reloj biológico, el cual está sincronizado con el ciclo de luz oscuridad, de ahí que dormir durante el día no surta el mismo efecto. Las funciones de reparación celular y desintoxicación se aceleran mientras dormimos. Debido a que cada órgano tiene sus momentos del día para funcionar o repararse, cualquier alteración del ciclo sueño -vigilia puede generar serios problemas de salud.
El cerebro y el hígado son dos de los órganos más activos durante el sueño, por eso no es raro que los problemas de sueño con frecuencia se asocian con enfermedades mentales y metabólicas. La obesidad es una de esas enfermedades metabólicas que puede aparecer o empeorar debido a alteraciones del sueño. Aunque el mecanismo no está del todo dilucidado, se han encontrado varias alteraciones que podrían contribuir. Un aumento de la ghrelina, hormona que estimula el apetito y una disminución en la leptina, hormona que da la señal de saciedad, generaría un aumento del apetito. Pero, además, independiente de que el individuo comiera lo mismo, al parecer, la falta de sueño produce cambios en el microbioma (las bacterias del intestino) que aumentan la absorción de calorías, es decir, comiendo lo mismo, se engorda más.
Un estudio de la División de Medicina de la Red Channing en el Brigham and Women's Hospital, de Boston- encontró que por cada hora de variabilidad en el sueño aumenta en un 27% la probabilidad de síndrome metabólico (Una combinación entre hipertensión, obesidad, dislipidemia y diabetes).
Otra hormona que aumenta por la falta de sueño es el cortisol, la hormona del estrés. Una creencia popular que tiene fundamentocientífico es que el estrés engorda, y es por esta hormona, que aumenta la producción de insulina, la hormona reina de la obesidad, la culpable de que acumulemos grasa. Y no solo aumenta la producción de insulina, sino que disminuye la sensibilidad a la insulina, lo cual hace que los músculos vayan perdiendo la capacidad de quemar azúcar, de manera que todos los carbohidratos que ingresan se convierten en grasa para ser almacenada en el tejido adiposo. Por lo anterior, si a pesar de tus esfuerzos no logras perder peso, optimizar el sueño podría ser la pieza faltante del rompecabezas.